SELECCIÓN
DEL TEMA DE INVESTIGACIÓN
La mayoría de las veces, los alumnos tesistas
al momento de seleccionar el tema de investigación suelen encontrarse con un
verdadero desafío, sobre todo si no cuenta con un tutor que lo oriente, y muy
especialmente cuando le dejan a él esa responsabilidad, frente a tales
situaciones, productos de la falta de experiencia suelen seleccionar temas que
no contribuyen para nada en cuanto facilitar el trabajo, una vez porque está
sobredimensionado, se le escapa de sus posibilidades, otras veces porque
selecciona uno que es irrealizable, es decir, selecciona un tema donde las
limitaciones les impide acceder a la información necesaria para solucionar el
problema, o peor aún, el tema tiene variables imposible de medir, cuantificar o
analizar; tal es el caso de estudiar el amor, el alma, los sueños estos entre otros.
También ocurre que queriendo utilizar un tema novedoso, seleccione un tema que
conduzca a una investigación espuria, a la que solemos denominarla como
“descubrir el agua tibia”, donde lo más probable es que cometa un plagio o
fraude.
Seleccionar
el tema de investigación se hace simple y sencillo si siguen los siguientes
pasos.
a)
Buscar un Problema de Investigación que Resulte de Real Interés para el
investigador
Aunque
parezca obvio, es indispensable recordar que una tesis implica un esfuerzo considerable,
pues normalmente se exige de ella un nivel de calidad al que -por supuesto- no
está acostumbrado el estudiante. Este deberá apelar a todas sus capacidades
para lograr superar los escollos, diversos e imprevistos, que se le irán
presentando. Probablemente tenga que sumergirse en su desarrollo durante un
tiempo nada breve, que puede oscilar entre algunos meses y un par de años.
Todas estas dificultades se simplifican enormemente si se posee un sincero y
auténtico interés hacia el tema sobre el cual se investiga y se escribe. Si
realmente deseamos conocer la respuesta a los interrogantes que se plantean en
nuestro proyecto, si -insistimos- existe una ..efectiva curiosidad..
intelectual por saber cuál será el resultado de nuestra indagación, haremos entonces
casi todas las tareas con gusto, sin que nos pesen demasiado, logrando
concentrar mucho mejor nuestras energías.
Es
por eso que al realizar el examen de las posibilidades que se le abren en
concreto, el tesista debe tratar de asumir de manera consciente el verdadero
alcance de sus intereses subjetivos, de lo que en propiedad le interesa o le
desagrada. Lo mismo es válido no sólo para las tesis sino, naturalmente, para
cualquier trabajo de investigación.
b)
Escoger una Temática Conocida:
Una
tesis se propone, entre otros fines, aportar nuevos conocimientos a alguna
disciplina del saber humano. Por más que tal meta no se tome de un modo
totalmente estricto y que se acepten ciertas limitaciones en este objetivo
central, siempre se requerirá de un esfuerzo de creación intelectual
relativamente amplio, que supone el conocimiento de lo ya existente en la
materia a trabajar. Resulta claro, entonces, que es preciso conocer de un modo
bastante acabado el ámbito en que se habrá de desarrollar la investigación: no
se puede pretender aportar "nuevos" conocimientos si no se tiene una
idea bien definida acerca de cuáles son los ya existentes.
Por
ello, naturalmente, conviene centrar nuestro problema de investigación dentro
de un área temática que nos resulte, de algún modo, bastante familiar. Tal
conocimiento puede provenir de lecturas sistemáticas, de cursos o seminarios en
que se haya participado o de haber realizado un trabajo práctico en el campo de
acción correspondiente. En todo caso no hay que desdeñar la ventaja que esa
plataforma de conocimientos significa y es preciso, al contrario, saberla
utilizar. No es fácil, aún así, llegar a producir aportes al desarrollo de una
disciplina, porque esto significa en cierta forma haber alcanzado una especie
de frontera en cuanto al saber existente en el terreno que se estudia. Por eso
es que recomendamos a todo tesista evaluar el estado actual de sus
conocimientos, para evitar un trabajo de estudio y actualización que puede
llegar a resultar desmesurado y para eludir otro riesgo, de lamentables
consecuencias: encontrar, en el curso de la investigación, que ya se ha
realizado un estudio casi idéntico. Hay que recordar siempre, pues, que
plantear adecuadamente un problema de investigación implica conocer a fondo el
área temática en que el mismo se ubica.
Si
el estudiante no tiene la menor idea de qué son los QUASARS, por ejemplo, o si
posee acerca de tales objetos conocimientos que apenas si superan el nivel de
la divulgación científica, será imposible que se plantee más que interrogantes
generales, poco interesantes en definitiva, que ya seguramente han resuelto los
especialistas o que no se pueden esclarecer todavía porque falta la
indispensable acumulación de conocimientos al respecto.
En
el campo de las ciencias sociales se produce además otro fenómeno, de
perturbadoras consecuencias: el investigador novel tiene a veces la impresión
de que domina un cierto tema, o de que puede hacer sobre el mismo interesantes
reflexiones. Pero, una vez que lo aborda seriamente, comprende que tiene sobre
ello apenas algunas prenociones, vagas e inconexas, que conforman más una
posición ideológica que una sólida teoría. Esto es frecuente si se piensa en
objetos de estudio tales como el hábito del consumo de drogas, la corrupción
administrativa, las desigualdades sociales o la conducta sexual, donde todos
parecemos tener ya una posición tomada. En estos casos, inusuales en el ámbito
de las ciencias naturales, es conveniente que el estudiante haga una prudente
consulta bibliográfica aún antes, siquiera, de emprender la elaboración de una
monografía.
c)
Buscar Áreas de Trabajo en las que Pueda Contarse con una Ayuda Efectiva:
Esta
recomendación, como las otras, parece realmente elemental y poco discutible.
Pero estamos tan acostumbrados a ver el caso de estudiantes que se empeñan en
lograr lo inalcanzable que no dudamos en dedicar unos pocos párrafos a este
simple pero eficaz consejo. Son varios los elementos a los que nos referimos en
este caso, todos ellos directamente relacionados con los diversos recursos que
son necesarios para emprender una investigación. Veamos esto con un poco más de
detalle.
Un
primer elemento a considerar es la disponibilidad de datos pertinentes a la
cuestión en estudio. Si estos escasean o son difíciles de hallar, en principio,
estaremos ante un interesante desafío que puede incluso realzar el valor de la
tesis a efectuar. Pero, más allá de cierto punto, tal dificultad se puede
convertir en una muralla imposible de escalar, especialmente con los limitados
recursos materiales que habitualmente posee un tesista. Por ello aconsejamos un
poco de lo que suele llamarse realismo: conviene dejar para otra oportunidad
tan ambiciosas metas y encaminar nuestros esfuerzos hacia problemáticas tal vez
algo menos originales, pero en todo caso factibles de explorar dentro de las
condiciones existentes. Lo mismo podríamos decir, prácticamente, en cuanto a la
disponibilidad de otros elementos que en ocasiones resultan indispensables para
el desarrollo de una indagación científica: existencia de laboratorios,
materiales y equipos, ayudas financieras para la realización de trabajos de
campo, acceso a fuentes de documentación o a personas que poseen información
que no está disponible en fuentes secundarias, etc.
Lo
anterior tiene relación, básicamente, con lo que podríamos llamar los aspectos
materiales de la investigación. Pero hay otro elemento que en ocasiones suele
pasar inadvertido, aunque siempre incide en el adecuado desarrollo de una
tesis: estamos hablando de la presencia activa de un tutor, en el pleno sentido
de lo que significa ese importante rol. Si el tesista tiene la oportunidad de
contar con alguien capaz de orientarlo desinteresadamente en su trabajo y que,
respetando sus inclinaciones y puntos de vista, sea capaz a la vez de apoyarlo
de modo constructivo, conviene que busque el modo de mantener una relación de
trabajo tan fructífera y positiva.
Es
cierto que una feliz combinación de cualidades como la mencionada no se suele
encontrar con frecuencia. Pero, en todo caso, conviene tener presente que es
mejor hacer ciertas concesiones en materia de elección temática que intentar
trabajar sin el concurso de las orientaciones que puede proporcionar una
persona más experimentada. Un tutor que trabaja con desgano, sólo como en respuesta
a una designación administrativa, o uno que busca simplemente en el tesista una
especie de dócil continuador de sus puntos de vista, se convierte en un lastre,
en un impedimento que hace aún más difíciles las de por si complejas tareas de
toda investigación. De allí que sea conveniente que el tutor también posea
algún interés personal en el área del trabajo de modo que pueda compartir
cierto entusiasmo por la labor que se efectúa.
d)
Seleccionar un Tema Bien Concreto y Accesible:
Es
pertinente recordar aquí que la ciencia ha progresado casi siempre por medio de
la acumulación de aportes individualmente reducidos, no a través de bruscos
saltos en que se replantean todos los conocimientos anteriores o se construye
desde sus raíces una nueva teoría. De allí que el pensamiento científico se
ocupe primordialmente de resolver problemas concretos de conocimiento, es
decir, específicos y bien delimitados. Por ello es necesario que el
investigador haga un esfuerzo para ir acotando el área dentro de la cual habrá
de plantear su pesquisa, porque de ese modo podrá formular un problema de
investigación que sea efectivamente capaz de resolver.
Para
lograr lo anterior es preciso, como decíamos, conocer ya en cierta medida las
áreas que son posible objeto de nuestro interés: sólo de ese modo podrá
encontrarse una delimitación que resulte apropiada tanto teórica como
prácticamente. Lo primero significa que la delimitación temática no debe ser
arbitraria, para de esa manera restringirse a un campo del saber que tenga coherencia
interior. Si el tema de un trabajo es, por ejemplo, la balanza comercial de un
país, no podrá dejarse de lado -razonablemente- el estudio de la cotización
internacional de su moneda, puesto que este último aspecto incide decisivamente
sobre el anterior. El sentido práctico de la delimitación es, en cambio,
bastante más evidente: se comprende que no resulta necesario ni posible hacer
un estudio de actitudes frente al aborto en todas las poblaciones de una nación
con los recursos habitualmente limitados de un tesista.
Conviene
al estudiante, entonces, no desdeñar aquellas posibilidades de trabajo que
pueden parecerle tal vez un tanto simples, como carentes de vuelo, si en los
demás respectos ellas son adecuadas para iniciar una investigación provechosa.
De este modo logrará conocer mejor el campo de conocimientos en que se
desenvuelve, pues la restricción de su amplitud permitirá una más completa y
eficaz búsqueda bibliográfica. Tendrá ocasión también de evitar que su
investigación adquiera proporciones desmedidas, pues siempre en el desarrollo
de un trabajo encontramos que las cosas resultan más complejas de lo que
inicialmente parecían. Y, por último, aunque no menos importante, estará en
mejores condiciones para plantearse un problema accesible, que pueda ser
resuelto mediante sus propios esfuerzos intelectuales.
EL TITULO DE LA INVESTIGACIÓN
El
título de la investigación es un conjunto de palabras con los que se rotula e
identifica al proyecto de investigación. Un buen título permite a los lectores
identificar el tema fácilmente y ayuda a los centros de documentación a
catalogar y clasificar el material. Los títulos concisos son más fáciles de
leer que los largos o intrincados. Sin embargo, si los títulos son demasiado
cortos pueden no ofrecer información importante, como el diseño del estudio
(que es especialmente importante para identificar los ensayos controlados
aleatorizados). Hay que evitar los títulos y subtítulos demasiado generales y
el uso de jerga y abreviaturas.
La
necesidad de que los títulos sean concisos y con un número limitado de
palabras, estriba en los costos iniciales que sostenían los medios de difusión
impresos, posteriormente los editores de revistas vieron la posibilidad de
uniformizar la cantidad de palabras para la formulación de los mismos, lo que
hace que presenten algunas características y recomendaciones para su
elaboración.
Debe
describir el contenido de forma adecuadamente el contenido del trabajo mediante
frases enunciativas.
Debe ser claro y conciso, es decir breve.
Debe limitarse a 10 palabras, de ser posible,
y no exceder de 15. En la universidad de San marcos, este puede llegar hasta 20
palabras cuando corresponde a tesis de pregrado.
Incluir toda la información para su
recuperación electrónica.
Se deben evitar los acrónimos, códigos y
símbolos que no sean de uso común.
En
una revisión de 120 títulos de revistas especializadas en educación y salud de
cinco países: Estados Unidos, Reino Unido, Brasil, Perú y Australia entre los
años 2005 y 2006, se encontró que en promedio se utilizan 14±5 palabras para la
inscripción de los títulos de los artículos, la menor inscripción constó de 5
palabras y correspondió al 3.3% de los artículos revisados y el mayor número de
palabras fue de 28 y correspondió al 0.8% de los artículos revisados. El 40.8%
de los títulos presentó entre 12
a 17 palabras y el 35.8% presentó entre 5 a 16 palabras correspondiendo
al 76.7% de la muestra.
La
redacción del título de un proyecto puede ser una tarea sencilla para unos, y
un dolor de cabeza para otros, no hay un momento específico dentro de la
elaboración del proyecto donde debe empezare a escribir el título, este puede
ser un título tentativo al inicio del proceso de construcción del proyecto y
modificarse posteriormente cuando se procede a la revisión de la literatura,
elaboración de la metodología e incluso luego de su realización en la
presentación del articulo para publicar, por lo que se presenta unas pautas
fáciles para su redacción tanto tentativa, como final del título:
¿Qué
se va a estudiar? Se debe especificar la naturaleza del estudio, es decir lo
que se pretende estudiar, a veces, este momento está referido al tipo de
estudio, pudiendo indicarse lo que quiere lograrse, como por ejemplo
"Estudio comparativo de anemia entre pobladores de la costa y la
selva", también puede indicarse el que se va hacer con el verbo del
objetivo a llegar: "Análisis de las conductas de riesgo de pescadores del
Callao", la correspondencia de lo que quiere estudiarse es el análisis.
¿Cómo
se estudiará? Es necesario indicar cuál es el método o la técnica a utilizar
para el logro del proyecto, en el ejemplo anterior sería de la siguiente
manera: "Estudio comparativo del nivel sérico de hemoglobina en pobladores
anémicos de la costa y la selva". No se preocupe de incluir términos
técnicos o científicos.
¿Dónde
se realizará el estudio? Es necesario indicar en el título la procedencia de
los datos, pues estos tienden a variar por características geográficas, étnicas
o sociales. Este acápite es muy importante en estudios descriptivos y
exploratorios, pero no lo es tanto en estudios analíticos y experimentales,
pues lo que se pretende en estos últimos es buscar relaciones entre variables
que no son susceptibles de modificarse por lugares geográficos o el tiempo. En
el ejemplo anterior el lugar está plenamente identificado al indicar
"entre pobladores de la costa y la selva".
¿Cuándo
se realizará? Finalmente es necesario la colocación del tiempo transcurrido al
obtener la información. Del mismo modo que en la ubicación de la procedencia,
en algunos estudios es necesario la colocación de este apartado como son el los
estudio descriptivos, y exploratorios, pero no es así de directo en los
estudios analíticos y experimentales. En el ejemplo anterior como se trata de
un estudio descriptivo comparativo, se requiere del tiempo, así que lo más
adecuado sería: "Estudio comparativo del nivel sérico de hemoglobina en
pobladores anémicos de la costa y la selva - 2016"
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